Páginas

miércoles, 21 de agosto de 2013

El padre de Shakespeare era un conner muy particular


John Shakespeare fue el padre del escritor más importante en lengua inglesa de la historia, William Shakespeare. Desempeñó varios trabajos a lo largo de su vida (funcionario, granjero, fabricante textil…) y todavía tuvo tiempo para tener 8 hijos.



Nos centraremos durante sus años como funcionario en Startfor, más concretamente como conner (catador de cerveza). Era una especie de inspector que debía controlar que el proceso de elaboración de la cerveza fuese el correcto y que los precios de venta eran los marcados por la Corona. Pero él tenía un método muy particular para catar la cerveza:

Pedía una cerveza y antes de sentarse derramaba la mitad sobre el asiento, se sentaba encima y se bebía el resto. Si pasaba la primera prueba (el sabor) esperaba media hora para levantarse. Si al hacerlo se quedaba pegado, es que contenía azúcar y se desechaba.

Texto extraído de www.historiasdelahistoria.com

martes, 20 de agosto de 2013

Una mirada a la historia de la cerveza


Una mirada a la historia

El invento de la cerveza ha sido objeto de muchas leyendas, que van desde el Dios egipcio Osiris hasta “Gambrinus, Rey de Bravante”.

Gambrinus, patrón no oficial de la cerveza

En realidad, el invento de la cerveza no fue la idea genial de alguien en particular, como fue en el caso de la bombilla o el automóvil, sino más bien una especie de accidente. Sabemos que la cerveza es conocida por lo menos desde hace 5000 años, pero hoy no somos capaces de decir cómo tuvo lugar realmente su invención. Sólo podemos suponer cómo podría haber sucedido.
En un tiempo remoto, se abandonó un trozo de pan, que se humedeció y que comenzó a fermentar. Como resultado se produjo una pasta cuyo contenido de alcohol era capaz de embriagar los sentidos. El proceso se imitaría voluntariamente, se repetiría una y otra vez y se iría desarrollando de forma paulatina. Así nacería progresivamente de la pasta de pan con alcohol nuestra cerveza actual.
Siguiendo con la referencia del pan, se ha comprobado que hace miles de años los sumerios, pueblo que habitó en Mesopotamia, utilizaron pan cocido para fabricar cerveza; que los egipcios emplearon hogazas de masa como materia prima con la misma finalidad, y que en la actualidad los fellahios, labradores del Nilo, todavía repiten este proceso. Al comienzo, probablemente la cervecería fuese al mismo tiempo panadería.



Siglos más tarde, después del nacimiento de Cristo, los establecimientos donde se elaboraba cerveza eran también habituales del norte de Europa, donde no se produce vino. Los historiadores romanos nos cuentan que los galos, los francos y los habitantes de parte de Germania conocían las bebidas elaboradas con cebada. Tácito, que fue el primero en escribir detalladamente sobre los germanos, nos dice:
“Los germanos beben un horrible jugo hecho de cebada o trigo fermentados, brebaje que guarda un parecido muy lejano con el vino”
No hay duda de que aquí se alude a la cerveza.

La calidad de la cerveza producida en aquellos tiempos lejanos no puede comprarse ciertamente con la de nuestras cervezas actuales. Las cervezas eran entonces turbias y, como consecuencia, apenas se podían conservar. Así, se conservan testimonios de Babilonia indicativos de que la cerveza debía beberse con cañas de paja, para evitar así los granos de cebada que sobrenadaban en la bebida. Tampoco se tienen apenas referencias de “cervezas espumosas”. Esto explica, asimismo, los juicios adversos que se encuentran en las literaturas griega y romana sobre la cerveza. Los pueblos consumidores de vino se burlaban de sus enemigos por ser estos bebedores de cerveza, dándoselas incluso los primeros de “hombre verdaderos” y comparado el vino con el néctar de los dioses, y la cerveza con el macho cabrío. Para griegos y romanos, el vino era la bebida de los pueblos cultos; la cerveza, pócima de bárbaros.
Dos siglos después, durante el reinado de Carlomagno, la fabricación de cerveza fue tan promocionada como la del vino. Pronto, se erigieron las cervecerías de los monasterios en depositarias de la tradición de la técnica de elaboración de cerveza.
En esta época se redescubrió también el empleo del lúpulo, ya habitual en la antigüedad, como ingrediente de la cerveza. Hasta entonces se venía utilizando como condimento de la cerveza el “Grut”, una mezcla de toda clase de especias.


Flor de lúpulo

El derecho a preparar su “Grut” era, hasta finales de la Edad Media, la base de cada centro cervecero y se defendía celosamente. El lúpulo, en cambio, que ponía en peligro el derecho al “Grut”, fue combatido como era natural, por los propietarios del derecho a preparar lo que entonces era mezcla clave para fabricar la cerveza. La utilización del lúpulo también fue prohibida por las autoridades, en parte realmente para proteger la calidad de la cerveza (falsificaciones), y en parte como condescendencia hacia los legítimos elaboradores de “Grut”. Lo cierto es que, por último, el lúpulo impuso su superioridad por sus características de sabor y técnica de empleo. En particular, al hervir con el lúpulo permitía coagular bien la proteína, contribuyendo con ello a  clarificar la cerveza. Igualmente, el agradable sabor amargo, característica esencial e inconfundible de las cervezas actuales, procede de este ingrediente. Con la utilización del lúpulo se alcanzó, pues, la bebida que hoy llamamos cerveza.

Texto extraído del libro "Elaboración casera de cerveza" de  Wolfgang Vogel, Ed. Acribia