Hay dos factores que entran en
juego en esta historia, por un lado el aparato que genera las lágrimas y la
cebolla.
Las lágrimas
El cuerpo humano genera las
lágrimas en dos glándulas que están situadas encima de cada ojo.
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Glándula lagrimal |
Estas
glándulas lacrimales crean y liberan a la superficie del ojo un fluido formado,
fundamentalmente, por agua con una cantidad de sal disuelta, por eso las
lágrimas son saladas. Curiosamente se ha comprobado que la salinidad de las
lágrimas es aproximadamente la misma que la del agua de los océanos, algo que,
según algunos, es una reminiscencia de que nuestros remotos ancestros salieron
del mar. Además de esos dos ingredientes principales, las lágrimas contienen
lisocima, un producto antibiótico, mucus y anticuerpos para proteger el ojo de
las invasiones externas. Básicamente ése es el cometido principal de las
lágrimas: proteger el ojo de las agresiones externas, mantenerlo húmedo,
lubricado y en óptimas condiciones. Cuando algún cuerpo extraño llega al ojo lo
intentamos eliminar a base de lágrimas que arrastran el polvo y las sustancias
irritantes diluyéndolas y expulsándolas fuera del ojo.
Las cebollas
Las cebollas contienen
trans-(+)-S-(1-propenil)-L-cisteina sulfóxido, una molécula que es inodora.
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trans-(+)-S-(1-propenil)-L-cisteina sulfóxido |
Cuando cortas la cebolla, produces roturas celulares que permiten a un enzima llamada alinasa entrar en contacto con el trans-(+)-S-(1-propenil)-L-cisteina sulfóxido, produciendo piruvato, amoniaco y syn-propanotial-S-óxido.
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syn-propanotial-S-óxido |
El gas impregna el aire y entra
en contacto con el agua que mantiene los ojos permanentemente húmedos. Entonces
se produce una combinación química que da como resultado sustancias como el
propanol y el ácido sulfúrico, entre otras.
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Ácido sulfúrico |
El ácido sulfúrico es irritante y
los ojos se defienden de él haciendo todo lo posible por diluirlo añadiendo más agua, o lo que es lo mismo, con
lágrimas.
Así pues, son en última instancia los compuestos de azufre los que
nos hacen llorar desconsoladamente cada vez que partimos una cebolla.
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